Don Mariano Lagasca.
Mariano Lagasca nace en la población de Encinacorba, en el campo de Cariñena, Zaragoza. Nace un 5 de octubre de 1776, en el seno de una familia de labradores.
Tras la infancia se traslada a Tarragona por decisión familiar para iniciar la carrera eclesiástica, bajo la dirección de un tío suyo, canónigo en aquella ciudad. Allí aprenderá las primeras nociones de su definitiva pasión y profesión. Aconsejado entre otros por su tío, que vio cuál era su verdadera vocación, deja los estudios de Teología en 1795 y pasa a Zaragoza para iniciar los estudios de medicina. Estará sólo un año, puesto que terminado el primer curso se trasladará a Valencia a continuar con sus estudios. No está claro el motivo de su traslado, quizá la búsqueda de un clima más propicio para su salud.
La Medicina y sobre todo la Botánica, serán su gran vocación; Mariano Lagasca, pasará a la posteridad como uno de los botánicos más destacados de la historia. Personaje apasionante, fruto de un siglo XIX: dramático, turbulento, sangriento y desastroso para la historia de España y por supuesto para nuestro personaje. Sirva como mero repaso histórico, que el siglo comienza con el desastre de Trafalgar, primer certificado del fin del Imperio Español, y que termina con el (también llamado) desastre del 98, certificado final de la pérdida del imperio para los que no habían querido enterarse, que por otro lado era la mayoría de la población. Resulta apasionante la lectura de los periódicos de la época por la ingenuidad, entre otras cosas, con la que una potencia en algo más que declive, se enfrente a otra potencia, los Estados Unidos, en bastante más que en auge.
Pero volvamos a nuestro personaje. Su labor como naturalista fue temprana e ingente, ya en el año de 1799, recorrerá Andalucía y La Mancha formando un gran herbario. Todavía pasará un año más en Valencia y al clausurarse la enseñanza de la medicina práctica en aquella universidad, decidió continuar sus estudios en la corte. Para que os hagáis una idea de lo apasionado del personaje; hará el traslado a pié, para herborizar por el camino.
En Madrid conocerá a una persona clave en su carrera: Cavanilles, botánico valenciano de gran prestigio, al que le ofreció su herbario, formado por más de 4.000 especies, entre ellas dos nuevas gramíneas. La impresión que Lagasca produce en Cavanilles es tan grande que este le nombra alumno pensionado del Jardín Botánico, del que el valenciano era director. Numerosísimos fueron sus trabajos y sus publicaciones en el mundo científico.
Uno de los hechos más destacados de su vida lo logra herborizando en las montañas de Asturias, donde encuentra el Liquen Islándico, descubrimiento que fue reconocido inmediatamente por la administración española. Dicha planta era utilizada en medicina como poderoso remedio en la tisis y hemotisis. Sirva como ejemplo de la importancia de este descubrimiento, que el Liquen de Islandia se vendía en Madrid a 160 reales la libra y a partir del descubrimiento se pudo obtener a 20 reales, por lo abundante que es en la cordillera cantábrica.
Tras la invasión napoleónica de 1808, José Bonaparte encargó a Lagasca la dirección del Jardín Botánico, pero nuestro querido Mariano, patriota de pro, él, huyó a Salamanca para alistarse en el ejército español y luchar contra los franceses. Será nombrado médico de los ejércitos nacionales.
Terminada la contienda y por si no habían sido suficientes las desgracias de una guerra, aquí comienza para Lagasca, como para muchos otros españoles, un auténtico rosario de penalidades. Es acusado de afrancesado e irreligioso, calumnias levantadas por sus enemigos. Reuniendo varios certificados consigue su rehabilitación, siendo nombrado Director del Jardín Botánico.
Actuó como asesor en la elaboración del proyecto que dará lugar al Reglamento General de Instrucción Pública. El texto dispone el carácter obligatorio y gratuito de la primera enseñanza, admitiendo la existencia de enseñanza privada. Se implanta la división de la enseñanza en sus tres grados: primaria, secundaria y universitaria, así como la prescripción de la oposición, como único medio para ingresar en el profesorado.
En 1821 la junta electoral reunida en Zaragoza le nombra Diputado electo por Aragón. Participará activamente en la introducción de un nuevo sistema sanitario y firmará junto a otros diputados el “Proyecto de Código Sanitario para la Monarquía Española”. Pero aquel año de 1823, de nuevo España verá truncado su futuro. No pudo ser, numerosos factores no permitieron la continuidad del proyecto liberal, y la llamada “Santa Alianza” (Prusia, Austria, Rusia y Francia), deciden intervenir enviando un ejército conocido como “Los Cien Mil Hijos de San Luis”. No podían permitir el nacimiento de un Estado-Nación en España, con un poder Real sometido a una constitución. España pierde la ocasión y regresa al Antiguo Régimen, iniciándose la época más ominosa del reinado de Fernando VII.
El gobierno huye a Cádiz y con él Lagasca, los diputados que votaron a favor de la destitución de Fernando VII, son declarados traidores y reos de muerte, viéndose obligado a huir a Inglaterra. Aquella patria, por la que tanto había luchado, le expulsa. Como consecuencia de estos desgraciados acontecimientos perderá para siempre lo más selecto de su herbario, biblioteca y sus manuscritos: el fruto del trabajo de muchos años, causando una profunda aflicción a nuestro protagonista. Lagasca era miembro de la Sociedad Hortocultural de Londres, con lo que no le es difícil reanudar su actividad científica allí. Su actividad será intensa, participará incluso en la revisión del “Diccionario de las Lenguas Española e Inglesa” de Newman y Baretti.
Fallecido Fernando VII y dictada la amnistía por la Reina María Cristina, regresa a Madrid. Con él regresará un número importante de científicos e intelectuales, que España no podía permitirse el lujo de desperdiciar. A pesar de sus enemigos se le nombra Director del Jardín Botánico, si bien en 1838, cansado y enfermo, su salud no fue nunca su fuerte, marchó a Barcelona en donde fue acogido por el Obispo de la ciudad Condal.
D. Mariano Lagasca, creo que a estas alturas del relato nuestro personaje ya se ha ganado la deferencia en el trato, fallecerá el 28 de junio del año del señor de 1839, como consecuencia de sus problemas respiratorios. Su categoría científica fue reconocida internacionalmente, de manera que, donde quiera que se rinda culto a la botánica es oído con mucho respeto el nombre de D. Mariano Lagasca.Zaragozano ilustre y español de pro: descanse en paz.
Javier Barco; Capataz Paso Cristo del Amor Fraterno.