En torno al Cristo del Amor Fraterno 1.

             

Queridos hermanos en Cristo:

Nace este artículo, del intercambio espontaneo de varios correos entre tres hermanos cofrades. Ninguno pensamos cuando nos los cruzamos, que pudiera acabar siendo un artículo de nuestro boletín. Surgieron de dentro del corazón y ha sido la generosidad de ellos y el deseo de compartir sentimientos y experiencias, en torno a nuestro Cristo, lo que nos ha llevado a publicarlo. Cosas así, te llenan de satisfacción y son las que te animan a seguir trabajando por la cofradía. Una cofradía en la que se dan estas cosas; “es una cofradía que merece la pena”.

Los otros dos hermanos protagonistas de esta historia, han dado su consentimiento para que lo contemos, no les importa que sepamos quiénes son, si bien, por discreción, hemos preferido cambiar sus nombres y algún otro dato.

Algunos de vosotros, buenos amigos de ellos, los vais a identificar, pero no importa. Mi nombre no lo hemos cambiado, porque del desarrollo del artículo se desprende, de manera evidente, quién soy.  

 

Primer correo, Diana:

Hola Javier:

Soy Diana, no sé si ya lo sabes, pero el pasado Sábado de Pasión, falleció mi madre a los 51 años de edad. Tan sólo hacía dos meses que nos habían dicho que estaba mala. A pesar de los muchos palos que le había dado la vida, era una persona de mucha fe y aunque no podía salir procesionando, porque muchas veces le tocaba trabajar, nos inculcó a mi hermano y a mí, todos los valores y la ilusión por salir cada Semana Santa y poder dar testimonio de nuestra fe.

Estos últimos días en el hospital, su única preocupación, y lo que le preguntaba todos los días al médico, era si para el Jueves Santo podría estar en casa, porque tenía que ver salir a sus hijos y a su Cristo, por la puerta del Perpetuo Socorro, e incluso el día de antes de morir, me preguntó por el Jueves Santo.

Si te digo la verdad, este año no tenía mucha ilusión por salir, porque le he pedido tanto al Señor que la curase y no me hizo caso, que estoy un poco enfadada, pero el Jueves Santo, a las 9, allí estaré, detrás de mi Cristo, para que nos ayude a todos los que nos quedamos aquí y sobre todo porque es lo que más ilusión le hacía y lo que hubiese querido.

Bueno, te preguntarás que porqué te cuento todo esto, ¿no? Voy a ir al grano y entenderé que no se pueda hacer, pero me gustaría que el Jueves Santo, una de las “levantás” del Cristo, sea por mi madre.

Sin más, recibe un cordial saludo.

Diana.


Segundo correo, contestación de Javier al correo de Diana:

Hola Diana:

¿Qué tal estás? Espero que bien, dentro de lo que cabe. Acostumbrarse a no tener a una madre no debe ser tarea fácil. Aunque joven, ya eres una mujer, tu personalidad ya está formada, o mucho me engaño, o tienes aspecto de eso, pero a quien tenéis que apoyar mucho es a tu hermano, que está en otra etapa de la vida. Era sabedor de lo de vuestra madre, porque Ana me ha mantenido informado.

Me he acordado muchas veces de vuestra madre y de vosotros estos días. Sabedor del empeoramiento de su salud, la pregunta era si llegaría a Semana Santa o no, al final el Señor se la quiso llevar antes, a ver la Semana de Pasión desde el balcón del cielo.

Me he emocionado leyendo tu correo, lo mismo que me emocioné (disimulé lo que pude), cuando el Jueves Santo me contaste que vuestra madre os había pedido que estuvierais en la procesión. ¡Qué valor, qué fe, qué sentimiento cofrade y qué amor a la Cofradía! Os queda, entre otros, un gran tesoro, ese amor que vuestra madre os inculcó por salir cada año a dar testimonio público de Fe. Estas, y otras cosas así, son las que hacen hermandad y es lo que hace entender que cada Jueves Santo se convoquen: ilusiones, rezos, anhelos, recuerdos, con una fuerza tal, que no es comparable con ninguna otra fecha del año. Para mí, la Semana Santa es el alfa y el omega de la vida. Es cuando realmente te acuerdas de los seres queridos, cuando incluso te planteas tu propia muerte y el sentido de la vida: ¿Qué estoy haciendo con mi vida?¿Está contento Dios con lo que hago con ella?¿Cuándo me llame a su presencia, le voy a poder mirar a la cara, frente a frente, o volveré la mirada reconociendo no haber sacado partido de los “talentos” que me fueron dados en usufructo, para ver qué hacía con ellos? Nada te devuelve tanto a la realidad de la vida, como la Semana Santa.

Afortunadamente no tengo a nadie en la Cruz In Memoria, pero siempre le he tenido un enorme respeto y una gran devoción a ese símbolo, que no está en otras ciudades, y en el que están los hermanos que nos precedieron. A partir de ahora, cada Jueves Santo, tu madre estará sentada al lado del Cristo del Amor Fraterno, viendo cómo sacamos a las calles de Zaragoza a su imagen en la tierra. A partir de ahora, tu madre va a estar procesionando con nosotros en la bendita Cruz In Memoriam. A partir de ahora, cuando mires esa Cruz, fíjate bien, porque una parte de ella (la que no es de madera), está formada por tu madre.

Cada vez que releo tu correo me cuesta retener una lágrima, porque se me vienen encima una cantidad de recuerdos enorme. Nunca podré agradecerle suficientemente a Dios, el enorme privilegio de haber sido el Capataz del Cristo del Amor Fraterno. Para compartir contigo alguno de estos recuerdos, te puedo contar entre otros: el año en el que en la puerta, delante del paso, me fundí en un abrazo con un hermano recién recuperado de una leucemia, el año siguiente ocurrió lo mismo, pero con un hermano en Cristo que había superado dos cánceres. Cómo olvidar aquel año en el que … hicimos la “levantá” por él, a los dos meses falleció y los que estábamos ahí, sabíamos que así iba a ser. Una de las peticiones que más me ha impactado, fue aquella en la que dando por desahuciado a un hermano, le pidieron al Señor que le diera fuerzas para “bien morir”…

Este año, sin ir más lejos, la madre del hermano que lleva … había fallecido dos meses antes y también quiso poner su oración a los pies del Fraterno, la de un costalero cinco meses antes. Otro de los costaleros, con diecinueve años de edad, acaba de superar un cáncer y estaba entre nosotros, con su costal preparado para salir; en este caso el Señor quiso dejarlo entre nosotros.

No te enfades mucho con Dios, Diana, (sólo un poco, él lo entenderá), la oración es una petición desde la Fe, que no tiene asegurado el resultado terreno.

Una de las cosas más difíciles de entender es: qué quiere decirnos Dios, con cada una de las cosas que nos van pasando en la vida. Somos la suma de todo lo que nos ha ocurrido. Uno pide algo, pero luego acepta el resultado, porque así ha sido la voluntad de Dios …

En fin, Diana, mucho ánimo, te deseo, de verdad, una feliz Pascua de Resurrección. Sí, porque si Cristo no hubiera resucitado, tu madre habría muerto y ahí acabó todo. Pero esto para un cristiano es diferente; tu madre está con él, resucitada, viviendo la etapa definitiva de la vida: la eterna.

Javier Barco; Capataz del Cristo del Amor Fraterno

 
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