Es tiempo de Adviento.

             

Normalmente se dice que el adviento es un tiempo especial de la Iglesia de “espera”. Sin embargo; la palabra adviento, realmente, a lo que se refiere no es a la espera si no a la “venida”. La palabra adviento, es “ad venir”.

Por lo tanto, las preguntas que nos tenemos que hacer en adviento son quién viene y dónde viene.

Viene Jesús. Esa pregunta es fácil. Pero no se trata de celebrar qu vino, no se trata de conmemorar un hecho histórico sin trascendencia en nuestras vidas. No se trata únicamente de recordar que vino hace dos mil años y se paseo por Belén y Jerusalén.

Tampoco se trata de reducirlo todo al aspecto externo de unas celebraciones rodeadas de cenas, comidas, regalos,... en los que terminamos olvidando qué es lo que se celebra. Tenemos que superar la gran dificultad de nuestro tiempo, en el que nos encontramos rodeados de publicidad, luces y llamadas a celebrar una Navidad, en la que no se da ninguna importancia a qué se celebra, dónde lo único importante es la fiesta por la fiesta y el gasto por el gasto.

Tenemos que redescubrir la Navidad y dotarle de significado en nuestra vida. Esa reflexión sobre el significado de la Navidad. Sobre el significado de qué es lo que viene, es el adviento.

Lo que viene no son “sólo” unas fiestas, unas cenas. Lo que viene no es únicamente un recuerdo. Lo que tiene que venir es Jesús a nuestras vidas.

La verdadera Navidad es, aquella, en la que Jesús nazca en nuestras vidas, pase a ser el centro de nuestra vida.

El adviento es la preparación para que Jesús vuelva a venir a nuestra vida. La Navidad es la celebración de que Jesús nace HOY en nuestra vida, vuelve a ser un punto importante en nuestro modo de comportarnos con los demás.

Esta Navidad tenemos que permitir, cuando encendamos las luces del Belén, que se encienda la luz de Jesús en nuestros corazones. Tenemos que permitir que desaparezcan las tinieblas del egoísmo y brille la luz del amor.

Por eso el tiempo de Navidad es de alegría, porque significa la venida de Cristo al mundo, de su luz y de su amor. Pero para ser motivo real de alegría tiene que venir esa luz y ese amor a nuestras vidas para dárselo nosotros al mundo. Eso es la Navidad que Jesús viene a nuestras vidas, nace en nuestra existencia, en nuestro comportamiento.

Para que esto sea posible tenemos que convertirnos interiormente, dejar de pensar en primera persona y pasar a pensar en los demás. Por eso la Navidad esta llena de “campañas de Navidad”. Tenemos que darnos cuenta que no son actos realizados por mero sentimentalismo, si no ejercicios prácticos en los que se trata de entrenarnos, de ayudarnos a cambiar interiormente y a comenzar a pensar en los demás, en los que nos necesitan, en los que sufren.

Esta Navidad no tiene que nacer Jesús en Belén, si no en nuestro corazones.

 
Correo
Asignación
Instagram