Mucho más que una Procesión.

             

Hoy celebramos la “Solemnidad del Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo”, el “Corpus” como popularmente se le denomina. El evangelio que la liturgia nos brinda hoy, es el fragmento lucano de la multiplicación de los panes. Jesús habla del Reino de Dios (el motivo principal de su predicación) y sana a los enfermos: “Jesús se puso a hablar a la gente del Reino de Dios, y curó a los que lo necesitaban”.

Los Doce que han predicado el evangelio del Reino, nos narra Lucas en los versículos anteriores a los que leemos, se reúnen con la gente e intentan persuadir al Señor para que los despida y retirarse con él: “Caía la tarde y los Doce se le acercaron a decirle: despide a la gente...”. El motivo de la dispersión, la falta de alimento y alojamiento: “…a buscar alojamiento y comida”. La visión realista de los apóstoles contrasta con la visión de Jesús, su respuesta no se hace esperar: “Dadles vosotros de comer”, el anuncio del Reino de Dios abarca también la solución a las necesidades materiales de la gente.

La oración de Jesús provoca el milagro: “tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran a la gente...”

La conclusión de este pasaje con sabor eucarístico es la esperanza cumplida y la sobreabundancia: “comieron todos y se saciaron y cogieron las sobras…”. Dios supera con creces nuestras expectativas.

Este Corpus tenemos que tener muy en cuenta el documento que el Papa Benedicto XVI firmó el pasado 22 de febrero: “Sacramentum Caritatis”, documento final del sínodo de los obispos sobre la Eucaristía. En la conclusión del mismo el pontífice apunta: “…es necesario que en la Iglesia se crea, se celebre con devoción y se viva intensamente este santo misterio”.

¿Cómo lo podemos vivir? Señala el Papa: “el ofrecimiento de nuestra vida, la comunión con toda la comunidad de los creyentes y la solidaridad con cada hombre, son aspectos imprescindibles…”  

Comulgar no sólo a Cristo, sino también comulgar con Cristo, hacer nuestros los sentimientos de Cristo, vivir desde el Amor, entregarse como Él se entrega, derramarse como Él.

Comulgar la eucaristía, Cristo entregado, es un renovar nuestras vidas, es un tomar fuerzas y hacernos uno del auténtico manantial, es vivir la comunión, la unidad con los otros. La Eucaristía, la fiesta del Corpus, es algo más que una custodia, un sagrario, una procesión con niños de comunión…

Añade el Papa en la conclusión del documento citado: “Exhorto a todos los laicos, en particular a las familias, a encontrar continuamente en el Sacramento del amor de Cristo la fuerza para transformar la propia vida en un signo auténtico de la presencia del Señor Resucitado…”

Enrique Ester Mariñoso.

 
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