Soy amarillo.

             

No tengo noción de cuándo comenzó mi amor y mi admiración por la Semana Santa, creo que ha sido desde siempre. Desde que tengo uso de razón me vienen recuerdos relacionados con la Semana Santa, sonidos de tambores, recuerdos de procesiones. Fue mi abuelo, que en paz descanse, quién se encargó de todo eso. En todos mis recuerdos está él, llevándome a ver ensayos de tambores los domingos por la mañana, sentado a mi lado, en la procesión del Santo Entierro, en alguna silla de madera de aquellas que antes había a lo largo de todo el recorrido, y que tanto costaba conseguir….

No recuerdo si venía alguien más con nosotros, ni siquiera recuerdo ver pasar las cofradías, sólo lo recuerdo a él, dándome explicaciones sobre lo que estaba viendo, introduciéndome en este mundo, inculcándome este amor por la Semana Santa que hoy siento tan profundamente. Él era cofrade, cofrade de los de antes, no quiero decir que los de ahora sean mejores, ni peores, pero los de antes eran distintos, vivieron otra época, el nacimiento de las cofradías, de las secciones de tambores, la huelga de terceroles…. así que lo vivían de otra forma. Siempre me atrajo la Semana Santa, las cofradías…y, sobretodo, los tambores…. y todo gracias a él.

Recuerdo el año que entré en esta Cofradía…llevaba años rondándome la idea, pero no sabía ni cómo hacerlo, ni dónde tenía que ir, ni nada. Un día apareció mi hermana en casa, pidiendo a mis padres que le dejaran apuntarse a una cofradía, por lo visto, junto con una amiga, habían mirado varias (no tengo muy claro como fue el proceso), pero sí que se habían decidido por la Eucaristía.

Yo, como tenía ganas desde hacía tiempo, pues me apunté con ellas…recuerdo haberles preguntado por qué se habían decidido por la Eucaristía, al principio no me gustaba mucho el hábito…amarillo, pensé…. los hay más bonitos, como el de la cofradía de mi abuelo, pero bueno. Llegamos un día a los ensayos, hacía casi un mes que habían empezado, nos incorporábamos tarde, y nos pusieron una persona que, aparte del grupo, nos enseñó a tocar. A mí me parecía imposible llegar a tocar lo que yo oía de fondo, pero me empeñé, tenía que conseguirlo, era lo que siempre había querido…. Y así fue. La primera vez que entramos a tocar con la sección en un ensayo, tenía una sensación rara, mezcla de nervios, de vergüenza, de alegría…un aluvión de sensaciones y de pensamientos. En seguida la gente nos acogió, era genial, un grupo enorme de gente de todas las edades…

Luego vino la imposición de medallas, por fin era cofrade, uno de esos cofrades que siempre había mirado con curiosidad, enfundados en sus hábitos de colores…y el mío era AMARILLO!!, ya no me parecía tan feo y eso significaba que algo había empezado a cambiar en mi interior.

Mi primera procesión fue…indescriptible, al principio no podía respirar…el capirote me agobiaba y los nervios me oprimían el estómago, no veía el parche, mis manos temblaban…pero todo salió bien, y ese fue el comienzo de algo maravilloso.

Los años han ido pasando, más rápido de lo que yo creía, y ahora entiendo las cosas de otra manera…no sé en qué momento sucedió el cambio, supongo que fue paulatino. Cuando entré, sólo tenía un objetivo, una fijación…el tambor, quizás por mi inmadurez, por mi edad…pero ahora sé lo que significa ser cofrade, sé lo que mi abuelo sentía, lo que trataba de enseñarme sin que se notara…Cada uno entra a formar parte de esta familia, por azar, por tocar un tambor, por un amigo, un familiar…o simplemente por curiosidad; cada uno tiene su historia, pero, al final, todos estamos en la misma familia, unidos por nuestro hábito y nuestro Misterio…Cada uno tiene su propia evolución personal, y su propia opinión de lo que es ser cofrade, de lo que es una Cofradía, pero si todos estamos aquí, juntos, será por algo, porque algo tendremos en común. Para mí, ser cofrade no sólo es llevar un hábito, sea del color que sea, es un sentimiento, es una complicidad con tu hermano de cofradía, incluso con los de otras cofradías, es el saber que nunca estarás sólo, que si tropiezas, habrá alguien cerca para impedir tu caída, que si te caes, otro te ayudará a levantarte, es más que la amistad, o el sentimiento de equipo o de grupo, es….es un calor en el pecho, un nudo en la garganta, un brillo en los ojos, una sensación difícilmente explicable, para el que no lo ha sentido nunca.

Cuando yo entré en esta Cofradía, sólo hacía unos meses que mi abuelo había fallecido, nunca me había parado a pensarlo, pero quizás no fue el azar el que me llevó a tomar esa decisión en esas circunstancias, quizás, fue él, que desde allá arriba, me dio el empujoncito justo para que yo terminara de entender aquello que, desde mi más tierna infancia, intentó explicarme. Hoy, sé que tomé la decisión correcta, que entrar a formar parte de la Eucaristía ha sido una de las decisiones más importantes, y que más han cambiado y encauzado, mi vida, aunque hace tantos años, cuando entré, no lo entendiera. Hoy sé, que las personas van y vienen, que es ley de vida, pero que el sentimiento cofrade siempre está ahí, que la Cofradía siempre estará ahí, arropando a todo el que se acerque a ella. Y también sé, que el amarillo nunca me ha parecido tan bonito como de unos años a esta parte, y que, sea lo que sea lo que el futuro nos depare…

.......EL AMARILLO SIEMPRE SERÁ MI COLOR.

 
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